Tenía en mente escribir sobre otro tema esta semana. De hecho, tengo una libreta llena de ideas sobre las cuales podría escribir por lo menos algunas líneas. Pero esta semana he vivido nueva experiencia que me ha hecho pensar y ha activado algo en mí. Así que, hablar sobre sentirse vivo se ha colado con alta prioridad.
No se trata de que sea algo más importante que lo demás. Solo que me apetecía mucho escribir sobre el tema.
El tema es sentirse vivo.
Te lo advierto, esta vez, este artículo va a tenar mucha carga personal, ya que por mucho que leas o busques información sobre este tema, al final se trata de algo íntimo.
Necesito que te sitúes. Te voy a poner en contexto.
No sé si has visto la película del Indomable Will Hunting, de Robin Williams y Matt Damon.
Se trata de la historia en la que un chico con altas capacidades que anda por ahí ‘desperdiciando‘ su talento. Durante la película el chico se va reuniendo con un psicólogo y van teniendo unas conversaciones geniales.
Míratela si tienes la ocasión. Te la recomiendo.
En un momento dado, el psicólogo le habla sobre la experiencia de las cosas. En particular de las cosas que hemos vivido en contra de las que no hemos experimentado, pero de las cuales sabemos algo.
En la película, durante la conversación expone un ejemplo sobre el arte.

El psicólogo explica al chico, que si le pregunta sobre arte, tal vez nombre le venga en mente Miguel Ángel. Él le dirá todo lo que ha leído sobre su obra, fechas más importantes, orientación sexual, política y todo tipo de detalles…
Pero por mucha información que tuviera, no sería comparable a la experiencia de haber visitado la Capilla Sixtina y contemplar algunas de sus obras con tus propios ojos.

Lo sé, explicado por mí, pierde mucho, pero interpretado por Robin Williams es genial.
No te lo enlazo ahora porque sé que lo verás y YouTube te sugerirá que te vayas allí a ver un vídeo de un gatito comiendo sandia u otra cosa más interesante que mi blog… Así que sigue leyendo porfa.

A mí me ha pasado algo parecido recientemente.
Te la voy a explicar.
Resulta que esta última semana nos hemos ido de excursión al parque de atracciones de Port Aventura con los alumnos de informática.
La verdad es que nos ha venido genial. Nos lo merecemos, tanto alumnos como profesores.

A pesar de haber ido bastantes veces, hace años que no visitaba el parque. Con el paso de los años lo han ido ampliando con nuevas atracciones, poco a poco resulta que para mí había unas cuantas nuevas atracciones.
La cosa es que la semana previa a la excursión, escuchaba en clase como mis alumnos iban planeando su excursión, estableciendo una ruta a seguir, unas prioridades, en que parada los gofres están más ricos… Se nota que les enseñamos a gestionar proyectos…
También me iban hablando sobre las atracciones del parque. El caso es que me preguntaban si me iba a montar con ellos. Y me explicaban su experiencia.
Justo en ese momento, en el que me explicaban su experiencia en el Shambala, yo me convertí en Matt Damon en el indomable Will Hunting.
Me explicaron lo que se siente al subir a la atracción según lo habían vivido. Incluso me explicaron lo que se siente al montarte cuatro veces seguidas. Yo me limité a contar el tiempo que había pasado desde la última vez que fui al Port Aventura, y para hacerme el interesante traté de calcular el año en el que instalaron esa atracción. Supongo que quería sentirme útil durante esa conversación.

Qué listo que me creí en ese momento. Pero no tenía ni idea de lo verdaderamente importante. Vivir esa experiencia.
Resulta que el día de la excursión me monté en esa atracción y en muchas otras. Y… WAW.

Digamos que me sentí vivo.
No exagero. Para mí fue una experiencia genial. Algo que se me pareció a una cosa muy cercana a volar a través de los raíles. Como si llevara la armadura de Iron Man sin el casco puesto, notando el aire en la cara, alzando los brazos y notando el efecto de la gravedad, más otras leyes de la física que sé que existen, pero que no sé explicar muy bien.

También te he de decir que nunca he volado, así que la comparación es un poco atrevida. Pero si me hubieras visto la cara…
Solo fueron unos minutos, pero esa experiencia fue capaz de unir casi todas cosas que me hacen sentir vivo.

Así que en este artículo me gustaría escribir sobre las cosas que a mí me hacen sentir vivo a modo de manual.
Por cierto, antes de seguir, quiero advertirte de una cosa, este manual lo he escrito basándome en mi experiencia, nada científico, no está basado en libros ni rankings ni copiado de otras personas. De todos modos, presta atención porque podría ser casualidad que muchas de las cosas tal vez coincidan con tu manual de vivir la vida. (si no lo has hecho, hazlo) Si es así dímelo que planearemos algo juntos.
Empiezo con el manual:
Estar presente
Esta no es nada fácil. Pero los ratitos en que lo consigo me reconforta mucho. Consiste en tomar consciencia del momento presente en el que te encuentras.

Evita pensar en el futuro constantemente. Nada de quedarse atascado en el pasado lamentando lo que no he hecho.
Un ejemplo. Limítate a escuchar atentamente a esa persona que te está hablando.
Ya te digo que no es fácil porque la mente tratará de evitarlo siempre.
- Estate presente mientras te hablan
- Pasea y disfruta del paisaje
- Focalízate en una sola cosa
Encuentra la belleza de las pequeñas cosas que te rodean
Esta creo que la vi en una taza de Mr. Wonderful. Pero no por eso deja de ser útil.
El día a día puede ser muy repetitivo si no te nutres de esos micro-momentos que son diferentes cada día.
Esos momentos están ahí fuera. Como los Pokémon de la aplicación del móvil. Muévete y hazte con todos.
Para mí los más legendarios son:
- Las charlas del café de la hora del patio.
- Los postres: fresas en invierno y la sandía en verano
- Una siesta un día laboral.
- Tomarte una cerveza bien fresquita mientras mantienes una conversación con poca carga intelectual

No te esfuerces en provocar esos momentos. Si ves alguno, únete, déjate llevar y elige con quién quieres compartirlo y siéntete vivo.
Cuida tu cuerpo y tu mente
Supongo que será por las endorfinas, serotonina y todas esas substancias que genera el cuerpo. Pero cuando acabas de hacer deporte te entra esa sensación del deber cumplido que hace sentirte tan bien (aunque cansado).

Sal de la zona de confort, prueba algo diferente.
Otra frase típica pero bastante útil.
Aprende algo nuevo y practícalo.
En mi caso, cada mes escojo un tema. Ha de ser algo nuevo para mí. Me empapo y me informo. Me leo dos o tres libros sobre la cuestión y si considero que es algo útil, lo pongo en práctica.

También puede ser que aprendas cosas inútiles o que no te aporten nada. En el caso de que eso ocurra me digo a mi mismo una frase que le dije a mi sobrina. Nos hizo mucha gracia:
«Te jodes, o como me gusta pensar a mí, que te llevas una bonita experiencia»
Yo mismo a mi sobrina Ada
Me encanta salir de mi zona de confort, es algo adictivo. Lo que más me gusta es sentirme como un aprendiz, ser un Noob. Un recién llegado, estar en primer curso.

Cuando sabes que no tienes ni idea de un tema y sabes que en uno o dos meses lo tendrás todo claro… Eso sí que me hace sentir vivo.
Aprender siempre me hace sentir vivo.
Así que, revisa tus metas cada poco tiempo, hazte una lista, ve a por una, la que más te apetezca. Focalízate y mírate cómo vas creciendo.
Date caprichos
Creo que soy la persona más caprichosa que conozco.
No me refiero solo a caprichos materiales. Los hay de muchas clases.
Dale a tu cuerpo lo que te pida. Chocolate, un baño relajante, diez minutos más de sueño…

Dale a tu mente lo que te pida. Léete ese libro que tantas ganas tienes, lee comics, juega a la consola, llama o escribe a esa persona con la que te apetece hablar, desconecta i échate unas risas.
Por cierto, sobre lo de darse caprichos, ni muchos ni pocos.
Dosifícalos, no vale darse premios sin ton ni son.
Descansa
No voy a desarrollar este aspecto porque es muy sencillo. Duerme tus horas y no trabajes tanto.

Te hará sentir más vivo.
Se agradecido
No te sé decir el porqué, pero ser agradecido hace sentirme bien.
Así que hilando con este último planteamiento, si me permites, ya que soy un tipo agradecido, te doy las gracias por leer y llegar hasta el final. Me encanta que lo leas y me puedas conocer un poco mejor.
No hay tiempo para escribir más. Ya me dirás qué te ha parecido.
Aquí tienes el vídeo que te había prometido.
Míratelo, si tienes unos minutos, pero luego no te enredes mucho con los vídeos sugeridos…