Piensa en eso que tanto te gusta hacer.
Eso que haces en tu tiempo libre y que te gusta mucho hacer, se trata de tu hobby. A eso que le has dedicado tantas horas que dominas la materia a la perfección.
Todos saben que se te da bien, siempre lo haces para divertirte y lo enseñas a todo el mundo con mucho orgullo.

Un buen día, alguien se acuerda de ti y de eso que haces tan bien y se lo recomienda a alguien que necesita eso que tú sabes hacer tan bien. Le pasan tu contacto y recurren a tus servicios. Flipas. Te pones en plan pro, negocias y llegas a un acuerdo.
Al final te acaban pagando por aquello que tanto amas hacer.
Tal vez te haya pasado. A mí me pasó en la época que hacia graffiti.

Es un buen motivo para estar contento. Has conseguido monetizar tu afición.
Te pones a trabajar. Al principio todo es muy bonito, pero con el paso del tiempo aquella sensación, eso que te hacía disfrutar tanto va desapareciendo.

Lo haces muy bien. Pero hay días en los que acabas agotado. Te gustaría desconectar pero justo era esto con lo que desconectabas…. Ahora lo tienes que hacer incluso cuando no te apetece, tienes hasta un horario y una fecha de entrega.
Todo aquel encanto ha ido desapareciendo. Se ha convertido en tu trabajo. Sigue estando bien, de hecho eres de las pocas personas que se dedican a lo que les gusta y encima cobran…
Sí, lo que tú quieras, pero no es lo mismo.
Pues resulta que cuando nuestro arte se ve sometido a criterios de mercado acaba perdiendo su esencia gratuita que es lo que le convierte en arte.
Pues ya has aprendido una cosa nueva: una manera de odiar lo que amas es hacer de ello tu trabajo.
Tal vez ese sea un motivo por el que hace tanto que no pinto con spray.

Asegúrate que una pequeña parte de ti queda lejos del alcance del mercado.
Si puedes, haz que eso que te tanto te gusta hacer y deja que quede una parte libre de la monetización. Trata de que no dependa de ningún horario. Que siga sin fechas de entrega. Sin clientes que te reclamen.
Si consigues conservar esa pequeña parcela libre, siempre podrás acudir a ella para salir del ‘mercado’ y poder llenarte.
Te lo contaré con un ejemplo: ¿Te acuerdas del Monopoly? Pues eso que tanto te gusta es como esa tarjeta que te puedes guardar para cuando necesites salir de la cárcel.

Ten en cuenta que si la vendes, no podrás salir de la cárcel cuando lo necesites.
Cuando sientas que has perdido tu don, el modo más rápido de recuperarte consiste en salir del mercado y crear regalos.
Cuando te llegue esa época en la que tu trabajo te exija demasiado, que te aburra, que necesites salir de tu rutina… vuelve de nuevo a esa afición que te hace libre.
Sal del mercado. Ponte con eso que tan bien sabes hacer y haz un regalo.
Si tienes tu pequeña parte artística o afición fuera del mercado, tienes un recurso muy valioso. Es tu tarjeta para salir de la cárcel, recuerda que se puede vender o conservar para cuando la me.
Mi tarjeta que tengo guardada es la del dibujo. Esa dimensión que siempre ha estado fuera del mercado. Ese refugio que me permite desconectar.
No hay nada tan puro como hacer algo específico para alguien especial.
Si no estás en tu mejor momento, si algo de tu trabajo te está quemando, piensa en alguien especial para ti y haz algo para esa persona. O incluso mejor, ofrece tu tiempo de manera desinteresada para enseñar a alguien como hacer aquello que tú sabes.
Yo lo hago con el dibujo.
Hacer regalos nos pone en sintonía con nuestro don.
Por cierto, si alguna vez te he regalado alguno de mis dibujos, enhorabuena, formas parte de un selecto club de personas superespeciales para mí. Si no lo tienes todavía y si te apetece entrar en el club, tan solo tienes que pedirme que te haga un dibujo. Lo haré encantado.
Mientras esté haciendo tu dibujo, me estaré llenando, me sentiré mejor y tú acabarás con un bonito dibujo.
Me he quedado sin tiempo para escribir más. Gracias por leer hasta aquí, que sepas que me has hecho un gran regalo muy importante regalándome tu tiempo y tu atención al llegar hasta el final.
Cuando nos veamos espero que me digas que te ha parecido o incluso que me propongas algún tema para escribir. Si no nos solemos ver, siempre puedes escribirme, me hará mucha ilusión hablar contigo,