La he pifiado muchas veces.
Si, en este post te contaré algunos de mis EPIC FAILS . Lo hago porque sé que te gusta el salseo, así que pon atención.

La primera de las más sonadas fue al poco de comenzar mi carrera universitaria.

Empezaba la carrera de Ingeniería Informática Superior (sí, siempre lo escribo con mayúsculas, ya que para mí supuso un esfuerzo en mayúsculas…).

Digamos que no es una carrera fácil.

Eran mis primeros años en la universidad, con unos 18 años yo no sabía que era eso de trabajar la marca personal, pero digamos que ya lo hacía bien, porque a las pocas semanas de haber empezado me ofrecieron trabajar de profesor de informática en la misma academia en la que me había estado formando desde los 13 años.
Qué subidón. Un chico tímido, con 18 años y de profe. Enseñando a personas más mayores que yo.

A Spider-man le pico una araña radiactiva y a mí me dieron la oportunidad de ser profe por primera vez.

Ya conoces cuál fue el origen de mi gran poder.
Me puse a trabajar y estudiar. Todo el día fuera de casa. Sin apenas tiempo.
Entonces, empecé a escuchar la misma frase de unas cuantas personas que se preocupaban de mí:
El que mucho abarca, poco aprieta.
Mi ego de nuevo adulto se puso en marcha. Se pensaban que no iba a ser capaz de llevarlo todo. ¿Pero qué se habrán creído?

Yo a mi rollo, a trabajar de profesor por las mañanas y por las tardes a la universidad.
Resultado: no fui capaz de superar nada más que un par de materias en todo el curso.

Para mí fue un gran fracaso que me costó mucho tiempo digerir.
Me enfadé conmigo mismo, me cuestioné mis capacidades e incluso me castigué. Aquel verano no me fui de vacaciones porque creía que no me lo merecía…

Por suerte, ya no pienso igual.
Hoy sé que el fracaso visto como un sistema de aprendizaje es una de las mejores formas de aprender.
Es más, esta experiencia me ha enseñado mucho y ha resultado ser de las más valiosas para mí.

En particular, de esta experiencia he aprendido lo siguiente. Cuando estoy cerca de llegar a mi límite y quedar desbordado de trabajo he de reaccionar. Como lo he vivido, soy capaz de identificar esas ‘banderas rojas‘ que me indican que algo no va a salir bien.

Fruto de esta experiencia, aprendí a decir que NO. Tal vez tú lo sepas hacer muy bien, pero es una lección de esas que cuesta aprender.
Dejé de trabajar en cuanto se acabó el curso que estaba impartiendo en la academia. En mi siguiente curso universitario me concentré solo en mis estudios y pude obtener mejores resultados.

Eso sí, te he de decir que después volví a trabajar de profe, pero no tantas horas. Aprendí otra lección: los extremos no son buenos. Supe encontrar un equilibrio y conciliar estudios y trabajo.

Ahora te voy a contar un hecho reciente relacionado con el mismo error y aprendizaje, que te acabo de contar.
Hace poco, de hecho, hace solo unas pocas semanas, llegué a un punto semejante de desbordamiento parecido.
Muy parecido a lo que te contaba antes, solo que esta vez en mayores proporciones.
Esta vez yo mismo supe ver las banderas rojas. En este caso no me lo dijo nadie, lo pude ver reflejado en mi salud, mi estado de humor y mis resultados. Todo a la baja.

Lo bueno es que lo he visto venir, y tomé medidas. Pero esta vez la solución no fue tan sencilla como la que necesitaba a los 18 años, ahora con 37 se hace algo más complejo equilibrar responsabilidades.
Así que me tocó aprender algo nuevo que me permitiera volver a mi estado normal, en el que se me ve feliz y contento. Lo hice aprendiendo una nueva habilidad. Delegar mi trabajo (mi último gran descubrimiento).

Resulta que cuando tu tiempo comienza a ser valioso, cada vez más personas lo van a reclamar, así que he empezado a delegar las tareas más sencillas que no requieren de mí.
Parece fácil, pero no lo es.
Aparte de esta historia, tengo muchos más fracasos.

Te los cuento sin mucho detalle, ya que me atrevo a decir que seguro que algunos fracasos los hemos padecido tanto tú como yo.
Que me vengan ahora mismo a la mente…
- Darlo todo por una empresa y creer que te lo vayan a reconocer sin más.
- Enamorarse de alguien que no te conviene.
- Tratar de contentar a todo el mundo antes que a ti mismo.
- No cuidar a algunas amistades.
- No darme un respiro cuando estaba fatigado.
- Decir siempre que sí.
En el caso de que quieras saber más, solo tienes que preguntármelo.

Visto esto, me atrevo a decir que los fracasos que podemos llegar a cometer, se repiten generación a generación y son muy parecidos para muchas personas. Entonces, si nuestros fracasos son tan predecibles… ¿Por qué no crear un manual con los errores más frecuentes y que nos los enseñen en la escuela? Así los evitaremos.
Pues porque no funciona así. Es mucho más complejo.
Resulta que mostrar a alguien la respuesta correcta y tratar de asegurarse que no falle es un enorme daño al aprendizaje.
Podemos aprender leyendo, escuchando, a través de vídeos, de consejos… Pero aprendemos mucho más de la experiencia.

Es bueno equivocarse, eso si, siempre y cuando saquemos una valiosa enseñanza de lo vivido.
Si no lo hacemos, repetiremos el fracaso. Y vuelta a empezar… Hasta poner remedio.
Por desgracia, no siempre nos resulta posible extraer un valioso aprendizaje. Bien porque no lo vemos, porque no lo percibimos como un aprendizaje o porque simplemente no sabemos como solucionarlo.
Cuando te pase algo y no encuentres la solución tendrás que parar, aclarar tu mente y ponerte a buscar una solución para ti.
Del mismo modo que has aprendido a hacer buenas búsquedas en Google para encontrar información útil. También lo debes hacer para encontrar las mejores herramientas para aprender de tus errores.

Por si no sabes por donde empezar, te recomiendo que leas mucho sobre desarrollo personal, busca buenos consejeros (gente con criterio y de confianza) y sé crítico contigo.
El proceso de encontrar respuestas es lo que verdaderamente te va a ayudar en tu aprendizaje.
Pero recuerda que esto funciona a base de ensayo y error. Algunas soluciones te funcionarán a la primera, otras no. En todo caso, debes encontrar la solución para ti que funciona en ese preciso momento.

El fracaso productivo
No todo tiene solución, ni la vida es como en las tazas de Mr. Wonderful. Habrá cosas con las cuales no tiene sentido fracasar y aprender del fracaso.
Hay fracasos y fracasos.
El fracaso te resultará útil cuando consigas una sensación de desafío y compromiso contra la frustración que te ha provocado.
Pero no es tan fácil como decirlo. Solo lo podrás ver tú. De hecho, será tu responsabilidad . Los pasos que has de hacer son los siguientes:
1 – Convertir tu fracaso en un desafío.
Cuando te enfrentas a un desafío, este te requerirá un compromiso.
2 – Convierte tu compromiso en tu motivación.
Tu compromiso será disparador que te permitirá encontrar un motivo relacionado con tu causa.
3 – Tu motivo te guiará y te dará fuerza para encontrar la solución.
Claro, lo sé, no todo te motiva.
Hay trabajos que son duros, mal pagados y poco agradecidos. ¿A quién le puede motivar semejante drama?
Ahora si que me voy a poner en modo Mr. Wonderful.

Si lo piensas un poco, siempre puedes encontrar un motivo, aunque sea muy básico o cueste creérselo.
Se me ocurren unos cuantos que son sencillos de aplicar.
- Sacar mejores notas que el compañero que se sienta a tu lado.
- Por ganar algo más de dinero.
- Por sentirte mejor o más capaz que otro compañero.
- Ganar una competición (que te puedes inventar tu mismo).
- Para subir de puesto a nivel social.
- Para saber más que esa persona que te gusta y poderle ayudar.
Serán mejores o peores, pero son motivos. Y forman parte de este sistema de aprendizaje.

La frustración
La frustración es la sensación de que no vas a llegar a ninguna parte. Entonces, si tal como hemos visto antes, consigues moverte gracias a tu motivo. Ya podrás salir de este estado de frustración.
Dale tiempo y sé constante. No es fácil.
Imaginate lo siguiente. Eres un estudiante, y tu motivo base es el de sacar mejores notas que el que se sienta a tu lado.

Lo inteligente seria que te sientes al lado de alguien más inteligente que tú.
En el último examen sacaste un 5 y tu compañero un 7. Aunque ya estés aprobado, para ti puede resultar frustrante. Tu motivación té dará una pista por la cual debes seguir. En tu caso, estudiar más para llegar a más de 7.
No tiene mucho misterio, pero si no tuvieras ese motivo, no tendrías ningún aliciente para mejorar la nota. Tu 5 ya sería suficiente.
Por eso es importante tener un sentido o algo que te ayude a mostrar tu progreso y logros con tal que el fracaso sea productivo.
La experiencia de equivocarse
Por mucho que te adviertan que te vas a tropezar, siempre será más efectivo que tu mismo lo hayas sufrido.
A mí siempre me han venido muy bien los consejos de mi hermano mayor. Sobre todo en mi adolescencia. Gracias a que me advertía de muchas de las cosas que me iría encontrando en la vida, sé que me he podido ahorrar experiencias poco agradables.
Si tienes la suerte de tener un hermano mayor o mentor, aprovéchalo.

Si no lo tienes, no te preocupes, porque por mucho que te adviertan, no es lo mismo.
El fracaso es mejor cuando se tiene la oportunidad de comparar soluciones que funcionan con otras soluciones que han probado y no funcionan.
Cuando te acostumbras a fracasar y lo ves como parte de tu aprendizaje, serás capaz de ver esas banderas rojas que te indican que algo no irá bien.
Con el tiempo, ganarás intuición y serás capaz de ver algo que te va a salir bien o mal antes de acabar.

Vive con tranquilidad, date el lujo de poder equivocarte de vez en cuando. Permite que el fracaso sea parte de tu arsenal de herramientas para mejorar y capacidad de aprendizaje general.
Ya no hay tiempo para escribir más. Si me conoces, ya sabes que suelo equivocarme con bastante frecuencia, y como has podido ver, lo llevo con naturalidad. Para mí el error es algo que me acompaña y me enseña. He de reconocerte que mi motivo es que este artículo lo leas tú, así que como sé que lo has hecho, eso me hace feliz.
Cómo siempre, espero tus comentarios y que me des tu opinión al respecto.